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No cantemos victoria

La decisión momentánea de la FIFA de permitir jugar a la selección boliviana en La Paz no debe ser tomada como una victoria sobre Joseph Blatter y la institución que dirige y mucho menos se debe agradecer este “gesto de buena voluntad” porque sería como darle las gracias a alguien por permitirnos respirar. Es simplemente ridículo. No se puede celebrar ni regocijarse por algo que plenamente tenemos el derecho de ejercer: el derecho de jugar al fútbol en donde mejor nos parezca.

Es más, es la enésima vez que la FIFA retrocede en su afán de vetar a los estadios situados a más de 2500 mts. gracias a las protestas venidas desde Bolivia y los países afectados por tan injusta medida.

Digámoslo así, el presidente Evo tuvo mucho que ver pues impulsó los reclamos que se hicieron desde Bolivia porque cuesta imaginar que los dirigentes del fútbol boliviano hubieran podido torcerle el brazo a Blatter ellos solitos. No en vano Evo está entre los 100 personajes más influyentes del mundo según la revista TIME, tan influyente que consiguió que Diego Maradona nos dé una manito jugando un partido en La Paz hace no mucho.

El mismo Blatter lo admitió así. Entre los factores que determinaron esta momentánea suspensión del veto, además de la presión de las federaciones de fútbol de Sudamérica (con excepción de Brasil por supuesto), él reconoce haber recibido una severa nota de protesta de parte del presidente, una carta dura, en otras palabras: una puteada de parte de nuestro presidente.

Además hay algo nuevo que sale del congreso de la FIFA celebrado el 27 de mayo en Sydney, Australia. No sólo se van a estudiar los efectos y eventuales consecuencias de jugar fútbol en la altura, sinó que se van a estudiar los efectos de jugar al fútbol en condiciones extremas: calor, humedad, contaminación, etc.

Cuando escuché lo del calor, inmediatamente se me vino a la mente aquel partido que la selección jugó allá en Brasil en 1993 por las eliminatorias del mundial de 1994 en los Estados Unidos. Nos golearon 7-0, los brasileños nos hicieron jugar en una verdadera olla hirviente. Y cuando pienso en la contaminación, pienso en Santiago de Chile: la ciudad con mayor polución en Latinoamérica y así se me vienen a la mente los partidos que se juegan bajo tremenda nevada en Rusia o que se juegan bajo el nivel del mar en los Países Bajos (Holanda).

Y ya que está de moda este asunto de atacar al centralismo pues no dejo de protestar por esa especie de exclusividad que tiene La Paz de albergar los partidos de eliminatorias únicamente en su estadio. Si la selección es de todos como se maneja en algún slogan, todos los escenarios de Bolivia deberían tener la oportunidad de contar con su selección al menos por un partido en esta eliminatoria.

Estoy de acuerdo en llevar a los más llorones (Argentina y Brasil) a La Paz pero también hay buenos escenarios en Cochabamba, Santa Cruz, Potosí, Tarija, Oruro e incluso y a pesar de todo lo que ha pasado en Sucre, donde además de asambleístas, parlamentarios, campesinos y periodistas nada más faltaría que se golpeen a futbolistas y se les obligue a pedir perdón por perder o empatar un partido. No me extrañaría.

¿Por qué no tomamos el ejemplo de Brasil?. Su selección acostumbra a llevar las eliminatorias por todos los estadios brasileños sin tener una sede fija.

En fin, una noticia más o menos buena diría yo en este día del desafío donde como no podía ser de otra forma, el presidente (un verdadero deportista) estuvo a la cabeza de los actos en este día dedicado a la actividad física. El deporte oxigena el cerebro y ésa es la diferencia entre alguien que patea la pelota y juega al fútbol y otro que probablemente nunca jugó con cachinas siquiera.

 

 Cachina = Bolita, canica.

 

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